
Aunque no esté escrito en esa columna de la derecha de este blog, tengo una peculiaridad: veo películas años después de que se estrenen en el cine. Dejo pasar el tiempo hasta que un día, sin saber por qué, ese filme vuelve a mi cabecita y pienso: "¡He de ver esa jodida -palabra tarantinesca- película!" Y la veo.
Ayer vi Dead Man, dirigida por Jim Jarmusch y protagonizada por el gran Johnny Depp. La película es una de las más curiosas y peculiares que he visto en mi existencia: música casi continua de un genial Neil Young, un evolutivo Depp acompañado del misterioso Nadie (Gary Farmer) una brillante y breve intervención de Alfred Molina, Iggy Pop travestido...
La evolución de Depp es sorprendente. William Blake, que así se llama el protagonista, pasa de ser un personaje tímido, inseguro y asustadizo a convertirse en una leyenda, un objetivo de los cazarrecompensas mítico, que luego sería cantado de generación y generación. "¿Sabes que yo vi en persona a William Blake?", dirán. "Abuelo... William Blake no existió; es una leyenda..."
El filme puede asustar un poco, ya que no se puede decir que sea la typical-movie-made-in-hollywood ni mucho menos. Los fundidos a negro son constantes y el guitarreo continuo de Young puede poner de los nervios a más de uno. Pero, aun así, recomiendo este "dark-western" a todos los que amen las interpretaciones de Depp y los pequeños grandes papeles que configuran la obra.
Véanla y díganme por qué les gusta o por qué la odian.